Sabían que cualquier día se podía cumplir la profecía de Jesús: “Acordaos
de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su Señor. Si a mí me han
perseguido, también os perseguirán a vosotros” (Jn 15,20).
Leganés
(Madrid), Colegio La Inmaculada († 12.08.1936): Sor M. Adoración Cortés, Sor María S.
Díaz-Pardo y Sor Estefanía Saldaña.
Del Hospital
psiquiátrico Santa Isabel: Sor M. Dolores
Barroso y Sor Asunción Mayoral (ésta se había refugiado allí, pero procedía
del Asilo de ciegos de Madrid)
Del
Hospital antituberculoso El Neveral de Jaén, son perseguidas y mueren fusiladas en el “tren
de la muerte” al que las subieron, a su llegada a Madrid en el pueblo de
Vallecas (†
12.08.1936): Sor
Ramona Cao Fernández y Sor Juana Pérez Abascal.
Del
Asilo San Eugenio de Valencia, refugiadas en Puzol (Valencia) en la casa
familiar de una compañera donde celebraron la Eucaristía clandestinamente. Esta
fue la causa de su muerte juntamente con su entrega a la caridad († 18.08.1936): Sor Rosario Ciércoles, Sor Mª Luisa
Bermúdez y Sor Micaela Hernán.
De la Casa Misericordia de Albacete. Expulsadas por las autoridades y
amenazadas de muerte, se refugiaron en Madrid, en la casa de un pariente de Sor
Dolores Caro. Una de ellas buscaba ayuda en casa de otro familiar en Vallecas.
Las otras dos le acompañaron. No fueron recibidas y si martirizadas brutalmente
(† 03.09.1936): Sor Dolores Caro, Sor Andrea Calle y Sor Concepción Pérez
Giral.
Del
Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón). Expulsada la comunidad, se refugiaron
en la casa de una antigua alumna. Sor Martina Vázquez, superiora allí durante muchos años, rogó a la
hora del prendimiento que dejasen libres a sus compañeras y fue escuchada. Solo
fue martirizada ella († 04.10.1936).
Del
Hospital general de Valencia. Expulsada y disuelta la comunidad, Sor Josefa
Martínez Pérez se refugió en su casa familiar de Alberique (Valencia). Su
familia es perseguida y ella se ofrece a morir por su hermana que esperaba un
hijo y había quedado viuda por fusilamiento del esposo. Aceptado su ofrecimiento
muere mártir de la Fe y la Caridad († 15.10.1936).
De la
Casa Beneficencia de Valencia. Las Hermanas fueron echadas de la Comunidad.
Algunas se refugiaron en la casa familiar de una compañera. En ella estaban
acogidos y refugiados dos sacerdotes. A diario celebraban la Eucaristía
clandestinamente. Este fue su delito y la causa del martirio junto a su vida de
caridad. Fueron martirizadas en Gilet (Valencia) Sor Joaquina Rey y Sor
Victoria Arregui (†
29.10.1936).
Del
Hospital maternal Santa Cristina de Madrid. Fueron martirizadas Sor Modesta Moro Briz y Sor
Pilar Isabel Sánchez Suarez. Acogidas y refugiadas en una pensión del centro de
Madrid, deseaban con ardor celebrar la Eucaristía de la fiesta de Todos los
Santos. Al salir para poder participar en la santa Misa fueron detenidas y
condenadas a morir por un Tribunal popular (31.10.1936).
De los Hospitales de Atocha y Carabanchel de
Madrid. Fueron
perseguidas y fusiladas Sor Josefa Gironés Arteta y Sor Lorenza Díaz Bolaños.
El motivo de su martirio es la fidelidad a su Fe y a su vocación en toda
situación, incluida la persecución († 22.11.1936).
Del
Colegio el Carmen de Bétera (Valencia). La comunidad fue duramente perseguida.
Buscaron refugio en una pensión de Valencia. Dolores Broseta, Hija de María,
les llevaba a diario la comida que les preparaban las antiguas alumnas de
Bétera, alternándose con otra buena compañera. Un día la siguieron quienes
andaban buscando a las Hermanas para fusilarlas. Y asesinaron a la Comunidad:
Sor Josefa Laborra, Sor Carmen Rodríguez Barazal, Sor Estefanía Irisarri, Sor
Pilar Nalda, Sor Isidora Izquierdo y Mª Dolores Broseta. († 09.12.1936).
De Puerto Rico a Madrid y de Madrid al Cielo: Esta es la situación de Sor
Gaudencia Benavides Herrero, tras un tiempo largo de misionera en Puerto Rico,
llegó a España para ser atendida clínicamente de su enfermedad cardiaca y poder
curarse. Identificada como Hija de la Caridad, fue detenida. Estuvo en tres
cárceles diferentes donde sufrió malos tratos. Su cuerpo se llenó de heridas y
al serle negada la atención médica necesaria, murió dando testimonio de
Jesucristo y perdonando a los perseguidores († 11.02.1937).
Así
vivieron y murieron nuestras mártires: confesando a Jesucristo con valor,
perdonando a los perseguidores y poniendo su vida en manos de Dios Padre.
Dieron testimonio de Cristo, de su vida, de sus acciones y del valor del
seguimiento de sus enseñanzas. Prefirieron morir antes que renunciar a su fe y
su vocación consagrada a la Caridad. Por eso la Iglesia las va a beatificar.
Que cuantos hemos recibido el Bautismo aprendamos a vivir nuestra fe con la misma firmeza y valentía que ellas.
Que cuantos hemos recibido el Bautismo aprendamos a vivir nuestra fe con la misma firmeza y valentía que ellas.




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